Un relato de infancia Yo fui a la escuela primaria entre los años 1971 y 1977, y fui a dos escuelas diferentes. Durante el 1er grado fui a una que quedaba cerca de casa, pública, entonces podía ir caminando. A partir de 2do, ya en la otra escuela, de curas, y como quedaba más lejos, en principio iba en micro escolar, tal vez fueron los primeros años que lo hice, hacia los últimos años en esa otra escuela, finalmente podía ir caminando porque ya era más grande. Del recorrido hecho a pie durante el 1er grado, tengo algunos recuerdos de cómo era el camino hacia la escuela: las calles de tierra, los zanjones de agua, muchos árboles, algunos perros callejeros, para separar los terrenos no había muros solo alambre tejido, las casas eran prefabricadas de madera en la mayoría de los casos, había pocas casas de material, a medio terminar generalmente. Ya en la otra escuela, los últimos años que podía ir caminando, la mayoría de las veces lo hacía en compañía de algún que otro compañero de ida o
Al abrir la ventana, percibí el olor extraño. Acostumbrado al olor a azahares y jazmines, propios de los jardines del barrio, el olor que entraba inquietaba por lo intenso, penetrante y animal. Volví a cerrar la ventana. Sí, era un olor animal, no había dudas. Había llegado del centro hacía apenas una hora, como pude, sucio, agitado, con el sudor empapándome la ropa. Me senté en el suelo de la cocina, quieto y en silencio. Con la cara aún manchada de sangre. Al mediodía cuando había ido al bar de la esquina para almorzar, como solía hacer todos los días, había percibido a la gente un poco más alterada que de costumbre. Al pasar escuché a uno de los mozos comentarle a otro comensal, lo trágico que había sido. -Algo nunca visto, un canal había llegado temprano al lugar y era tremendo lo que se veía. ¿De qué estaban hablando? Llegó mi plato y olvidé por un momento la conversación en la mesa de al lado. Me puse a revisar mi celular, ver mails y las cosas absurdas que todos hacemos, cuando
Salí bien tarde anoche, tan tarde que cuando me quise acordar, ya era hoy. "Me recibió una ciudad en llantos". A veces es difícil escribir en tiempo real lo que me pasa, es difícil ser el protagonista. Afuera, la lluvia, sin apuro, como la gente que camina bajo ella. El tiempo acá se detuvo de maneras extrañas, tengo múltiples recursos, todos mezclados, sin cronología posible que ordene siquiera mi memoria. Conviven en mi cabeza momentos disímiles que el azar elige hoy para mi. Puedo decir que yo soy en todos esos recuerdos y a costa de ser obvio, el denominador común. Afuera a la gente pareciera no importarle mojarse bajo la lluvia, gente joven, mayor, ancianos, con chicos y bebés. En fin aquí estoy observando la vida, mi vida. Hace una hora que llegué y me dan ganas de decir que nunca me fui del todo. Pero a quién engaño? Mi ciudad es otra, la que recuerdo, la que quedó grabada en mi memoria es una ciudad que no existe, fue reemplazada por esta que estoy viendo y me recibió como
De vez en cuando, debería dejar por escrito algunas de mis sensaciones, para poder leerlas alguna vez y recordar el momento que las originó. Realmente cuando se desea algo fervientemente, con sinceridad, con amor, con pasión por eso, con una casi ilógica confianza y creencia, no hay otro camino más que eso deseado, simplemente aparezca frente a uno. En este camino de aprendizajes iniciado hace tanto tiempo, aún cuando todavía no sabía que lo había iniciado o que no me quedaba del todo claro que lo había iniciado, o siquiera que había frente a mi camino alguno, mi vida, mi ser, fue experimentando cambios imperceptibles que me fueron preparando para lo que iba a sucederme irremediablemente. Tantas preguntas entonces sin respuesta, hoy se van iluminando poco a poco y me inundan de una felicidad extrema, una felicidad emocionante que me hace sentir inmensamente afortunado, por ser quien soy y por estar donde y con quienes. Cada nuevo paso, cada nuevo día y a pesar de todo lo que nos deja